Urgen a la conservación de tinglares en Puerto Rico tras el paso del huracán María
En agosto pasado la secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico (DRNA, por sus siglas), licenciada Tania Vázquez, informó que la temporada de anidaje del tinglar cerró con 1.370 nidos en toda la isla.
Esta cifra, representa una disminución de 807 nidos en comparación a la pasada temporada de anidaje, que cerró con 2.177 nidos.
“A pesar de la reducción aún queda por evaluar la producción de neonatos (recién nacidos), porque en otras ocasiones aunque hay menos nidos, se reportan más tortuguitas”, agregó la directora de la agencia.
El tinglar o tinglado, es una de las especies más particulares de tortugas marinas que visitan las costas de la isla de Puerto Rico: tiene un caparazón formado por placas óseas muy finas parecido al cuero, alcanza hasta 1.000 libras de peso y puede medir hasta 3 metros (7 pies).
Las playas de Puerto Rico son uno de los centros de anidaje más importante en el Caribe para el tinglar, que es considerada la tortuga marina más grande del mundo.
Igualmente, Vázquez expresó que la protección de esta especie es posible por la excelente labor de voluntarios de los grupos tortugueros en conjunto con los trabajos de la agencia gubernamental.
Manos ciudadanas ayudan a la conservación del tinglar en Puerto Rico
En una tarde de verano, unas cien personas colmaron las costas de Ocean Park, una de las playas más concurridas de la isla. La playa era el escenario en donde turistas, locales y voluntarios del grupo tortuguero 7 Quillas conspirarían para devolver al océano 67 inexpertas tortugas que sentirían por primera vez la libertad que brinda estar sumergidos en el océano.
Cerca de la costa, varios pares de manos se fundían entre la arena y creaban el camino por el cual las tortugas se arrastrarían hasta llegar a su destino final: el mar.
Tras casi 52 días desarrollándose en el interior de un huevo enterrado en la arena, los tinglares neonatos estaban listos para emprender su travesia hacia las cálidas aguas del Atlántico.
Su trayecto es asistido por el grupo tortuguero comunitario 7 Quillas, quienes se dieron a la tarea de conservar 20 nidos de tinglares dispersos por las costas de Ocean Park durante esta temporada de anidaje.
Entre los depredadores nocturnos y la sinienstra mano humana que interfiere con el proceso de anidaje, se ven reducidas las oportunidades de que las tortugas completen exitosamente su ciclo de vida.
Si bien la erosión de las costas en Puerto Rico pudiese verse como un fenómeno estrechamente vinculado a los eventos atmosféricos que han azotado a la isla durante el pasado año, según el estudio Assessment of beach morphology at Puerto Rico Island, la erosión de las costas es un evento que afectó sobre el 60% de las playas en Puerto Rico en el periodo del 1970 al 2010.
Posterior a los ciclones del pasado año, se registraron casos como playa La Boca en el municipio de Barceloneta, en donde hubo una reducción de 168 pies de costa (51 metros).
Y las playas aún no se recuperan, así que es gracias a este tipo de iniciativas de base comunitaria que, al relocalizar algunos de los nidos, se garantiza la preservación de la especie.
El grupo 7 Quillas cuenta con el apoyo tanto del DRNA como del municipio de San Juan, quienes adiestran y proveen materiales que ayudan a sustentar el proyecto comunitario.
“La naturaleza nos dio una gran lección: las tortugas vinieron y anidaron como siempre. 7 Quillas hizo el mismo trabajo de siempre de concienciar y hacer que los humanos respetemos el entorno. La naturaleza nos ha enseñado una vez mas que desde las comunidades que se transforma un país y que la naturaleza aun de las peores experiencias renace”, dijo la alcaldesa de San Juan, Carmen Y. Cruz, quien se encontraba en la actividad.
Nota del autor: Karuska Matos Horta y María Vivanco colaboraron en el desarrollo de esta historia.
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